LA REDENCIÓN
I. Definición
Si analizamos el sentido de las principales voces griegas que se traducen por «redimir», «rescatar» o «redención», llegamos a esta definición del concepto: «Libertar a un esclavo o cautivo mediante el pago del precio del rescate.» Hemos de tener en cuenta que, cuando los evangelistas y apóstoles escribían el Nuevo Testamento bajo la guía del Espíritu Santo, la institución de la esclavitud estaba muy extendida por todo el imperio romano, y millones de seres humanos, apresados durante las campañas militares de Roma o nacidos de padres esclavos, gemían bajo este triste yugo. Algunos esclavos ocupaban puestos importantes en las casas de sus amos y otros podían ser más cultos que los mismos amos, pero ninguno podía disponer libremente de su persona. El profundo anhelo de todos ellos era ser redimidos, y algunas veces, fuese por sus propios esfuerzos en acumular el dinero necesario o fuese por la bondad de un bienhechor, les era posible llevar al templo el precio del rescate, y entonces, mediante un acta de liberación levantada por el sacerdote pagano, quedaban rescatados. Los autores sagrados dan un sentido espiritual a esta liberación, que ya se había indicado simbólicamente en el Antiguo Testamento, donde se habla de la «redención» del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto (Ex. 6:6; 15:16, etc.). El concepto se desarrolla mucho más en los Salmos y en el profeta Isaías, pero, desde luego, las idicaciones del Antiguo Testamento no pueden hacer otra cosa sino anticipar parcialmente, en símbolo y figura, la gran obra redentora de la Cruz.
Trenchard, E. (1972). Bosquejos de docrina fundamental (pp. 49–50). Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz.
LA ADORACIÓN Y ALABANZA A DIOS
La adoración es honor y alabanza dirigida a Dios. El Nuevo Testamento utiliza numerosas palabras para la adoración. Dos de ellas son particularmente dignas de ser tenidas en cuenta. La primera es proscuneo, un término comúnmente usado, cuyo significado literal es «besar hacia», «besar la mano» o «inclinarse». Es la palabra utilizada para significar adoración humilde. La segunda palabra es latreuo, que sugiere rendir honor o dar homenaje. Latreuo habla del tipo de veneración reverente reservado únicamente a Dios.
Ambos términos llevan la idea de dar, pues la adoración es dar algo a Dios. La fuente anglosajona de la palabra inglesa es weorthscipe, que se relaciona con el concepto de dignidad. Adorar es atribuir a Dios su valor, o declarar y afirmar su valor supremo.
De modo que hablar de adoración es hablar de algo que nosotros damos a Dios. El cristianismo moderno parece estar comprometido con la idea de que es Dios quien debería darnos a nosotros. Dios sí nos da en abundancia, pero necesitamos entender el equilibrio de esa verdad: debemos rendir honor y adoración a Dios incesantemente. Ese deseo consumidor, sin egoísmo, por dar a Dios es la esencia y corazón de la adoración. Comienza con la entrega de nosotros mismos, y luego de nuestras actitudes, después de nuestras posesiones, hasta que la adoración sea nuestro estilo de vida.
El fuego de Dios está presente hoy en día en la vida de cada creyente. Él enciende el fuego cuando el Espíritu Santo entra a vivir en nosotros, y lo cuida a fin de que podamos crecer en gracia al andar con Él. Cuando tenemos conciencia de que Dios vive en nosotros, tenemos la confianza necesaria para acercarnos a Él para recibir perdón y restauración. Podemos llevar a cabo nuestra obra con fuerza y entusiasmo.
En una sociedad injusta, generalmente se encarcela al honrado. Una serie de líderes en la Biblia, como por ejemplo Hanani el vidente (2 Cr 16.10), pasaron un tiempo tras las rejas. La lealtad al llamado de Dios, a las convicciones bíblicas y a la fe genuina, a veces los hizo vulnerables a la persecución o los obligó a resistirse a las leyes o a los gobernadores, en formas que los condujeron a la cárcel.
La Biblia nos muestra muchos casos en los que el encarcelamiento se utilizó para perseguir al inocente. El propio Cristo, sin pecado alguno, se transformó en prisionero y fue ejecutado por nuestro bien. Pero incluso en casos donde se cometió un error, se mantiene el hecho de que las buenas nuevas de Cristo también son para los cautivos y prisioneros. El perdón, la restauración y la reconciliación están en el corazón del mensaje de la Cruz (Lc 4.18; He 13.
Le Pardon et le Renouvellement
Le feu de Dieu est présent au jour le jour dans la vie de chaque croyant. Il anime le feu quand le Saint Esprit nous habite et nous protège, afin que l’on puisse croître dans la grâce. Quand nous prenons connaissance de la présence de Dieu, la confiance qui nous permet de nous rapprocher de lui est palpable dès lors que nous saurons que Dieu vit en nous. Ainsi, nous recevrons le pardon et le renouvellement de l’âme et la labeur peut-être accompli avec forcé et enthousiasme.
Dans une société injuste, on emprisisonne généralement les croyants, citons par exemple Hanani, le voyant (2 Chr 16.10), personnage biblique quif ut un temps emprisonné. La loyauté à l’appel de Dieu, aux convictions et à la vraie foi, parfois les rendaient vulnérables à la persécution ou à résister aux lois et à ses gouvernants par des moyens qui les ont conduit en prison.
La bible nous montre des exemples dans lesquels l’emprisonnement a été utilisé pour chasser des innocents. Même Jésus-Christ, claire de tout péché, fut prisonnier et exécuté pour notre bien. Même dans les cas où il y a eu erreur, on maintient le fait que les bonnes nouvelles de Jésus-Christ son aussi pour ceux emprisonnés. Le pardon, le renouvellement et la réconciliation sont dans le noyau du message de la croix (Lc 4.18; He 13.3).
E L P E C A D O
Cuando hablamos de pecado, también debemos hablar de santidad porque hay algo esencial a comprender y es que el pecado nos llevó a vivir esclavos de lo pecaminoso, mientras que la santidad nos lleva a mantenernos alejados de éste mal. La nueva vida en Cristo es una vida regenerada y libre, hay gozo y podemos vivir confiados gracias a la obra de Cristo en la Cruz. El pecado nos mantenía sujetados a esas cadenas de obscuridad y soledad, alejados de la justicia y amor divinos. El pecado nos conduce por el sendero de destrucción y sus eslabones de miseria, odio, resentimiento, sin alternativas para levantar nuestra cabeza y decir “puedo respirar” porque la culpabilidad nos lleva cada vez más y más a sentirnos huérfanos y despojados de las cosas que un día poseímos. La tristeza es el plato de cada día cuando nos sentamos en la mesa del pecado y, qué podemos compartir? Desesperación y ansias de salir de ese estado. El único que nos puede llevar a una vida fructífera es JESUCRISTO el único camino a la vida, al Padre. Cristo es amor, justicia y verdad. Quieres romper esa cadena en la que te encuentras? Ven a JESÚS y llénate de amor.
Habiendo tantas malas noticias, Dios proveyó buenas nuevas al enviar a Su Hijo para que recibamos la salvación. Las malas y buenas noticias, el pecado y la gracia, la ley y el evangelio.
El problema de los que no han oído el evangelio siempre ha preocupado a la iglesia, y más ahora cuando todo se ha generalizado, es decir cuando lo malo es normal y a lo malo se le considera bueno (Gn 3.5). Qué confusión existe y por ende, mucho trabajo por hacer tenemos los creyentes en Cristo Jesús.
Existe el desafío de considerar y cultivar la ambición santa de predicar a Cristo donde él no ha sido nombrado, cruzar culturas, aprender otros idiomas, derramar la vida en palabra y obra para romper miles de años de oscuridad y del dominio de Satanás sobre la gente que no conoce al Rey de reyes y el Salvador del mundo.
Las buenas nuevas tienen como esencia la universalidad de la salvación. Las buenas nuevas es el reino de Dios presente entre nosotros. Por eso es el tiempo para aprovechar y empezar a compartir con todos aquellos que están al derredor nuestro: vecinos, familia, compañeros de trabajo, amigos en general. Utiliza tu red social para difundir el Evangelio. Sé ese ejemplo digno de un hijo de Dios y haz resplandecer ese Cristo que tienes dentro de ti. Es un buen desafío! Lo aceptas?
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